"Cualquier cosa que puedes imaginar es real"

En la obra pictórica de Mariluz DuPont, destaca su instintivo y entrañable sentido de captación de la luz y del color, vitalmente impulsores de su formación personal autodidacta, que, sin presión de directrices académicas, ha sabido expresar su emoción estética espontánea ante la naturaleza, fusionando esta con su propia individualidad en su nirvana vivificante de hipóstasis panteística, que estimula su libertad creadora.

 

Se trata de una pintura, emotiva, jovial, sincera y fresca, de origen bucólico-idílico, polifacética manifestación de un mundo exterior que se transforma con su brillante estilización poética en vaporosos sueños de forma y luminosidad cambiantes a través sus diversos cuadros. Todo ello aparece plasmado con sus encantados pinceles en lienzos enigmáticos, que, desde su aparente simplicidad, captan irremediablemente nuestra atención con esa deslumbrante policromía por su personal interpretación de paisajes, marinas o edificaciones. Destacan sus cielos siempre expresivos: grises y negros trágicos, rojos arrebolados, azules alegres o sombríos, cándidos plateados o verdes de esperanza. Y la misma variada gama de colorido se repite en sus marinas o en sus tierras y florestas, reflejando siempre una contemplación sugerente e mistérica.

 

Ante sus creaciones no hay lugar para la indiferencia. Nos encontramos con una contradictoria fusión de opuestos: el apasionamiento sosegado y la serenidad patética de la pintora se manifiestan ante nuestra vista, nos involucran en su sentir y nos apasionan. La inquietante fuerza de su sinceridad desborda nuestra sensibilidad, elevándonos a una situación de auténtico pasmo ante las sueltas pinceladas, de tonos delicados y atractivos en unas ocasiones o violentamente cegadoras e impactantes en otras.